viernes, 14 de noviembre de 2008

MI PRIMER TRABAJO DE CAMPO

Montevideo, lunes 3 de noviembre de 2008.- Cuando me inscribí en el Proyecto Flor de Ciebo, nunca imaginé lo importante que sería en mi vida.

El día que me avisaron que mi primer trabajo de campo iba a ser en el Departamento de Artigas, realmente pensé que sería una experiencia fabulosa, ya que no conocía el interior de nuestro país y además me pareció que al ir a escuelas de contexto crítico era el último empujoncito que necesitaba para decidir que hacer con mi futuro. Quizás al volver ya no fuera a ser Socióloga y sí Licenciada en Trabajo Social, pero nunca pensé que me serviría tanto.

Al subirme al ómnibus que nos llevaría a nuestro lugar de trabajo, mis espectativas eran michísimas y tengo que ser realmente sincera, se vieron superadas.

Fue algo increíble, nunca hubiera imaginado el trato que nos dispensarían todos, desde las personas que nos recibieron en el Gimnasio donde nos íbamos a hospedar hasta el Sr. De Turil que nos marcaba el regreso.

En el viaje de vuelta, me puse a hacer el recuento de la experiencia vivida, recién ahí me pude dar cuenta de lo afortunados que fuimos los elegidos a ir allí.

No podía creer las tres experiencias tan distintas y a su vez tan iguales que nos dejaron nuestras visitas a las excuelas 65, 40 y 68.

Distintas porque todas las personas somos diferentes y no tomamos las cosas de igual forma.

Desde la directora de la escuela 65 que nos atendió muy amablemente, que había cumplido al pie de la letra con lo pedido a primaria, es decir el relevamiento de las XO rotas o con fallas, la conexión con algunos padres y el informe de su escuela, pero que no nos dejó hablar con la maestra comunitaria, porque se salía de lo estipulado.

Pasamos luego a la escuela 40, allí la sra. Directora nos esperaba con la mamá presidenta de la comisión de padres y sin problema alguno además de cumplir con lo pactado llamó a diferentes maestras para que nos contaran sus experiencias.

Hasta llegar a la escuela 68 en donde nos atendió la maestra comunitaria, la que según el protocolo no debía hablar con nosotros y que nos brindó todo su apoyo. Nos guió por un recorrido clase por clase, su lugar de trabajo y nos dio toda la información de los habitantes de esa zona. La escuela se encuentra a una cuadra del Río Cuareím y nos contó que sirve de alojamiento para los evacuados cuando el río crece.

Había dicho que a su vez eran tan iguales y fue así los niños de todas ellas eran increíbles, sus caritas de alegría al vernos llegar, sus espectativas de lo que les íbamos a brindar y el amor que nos dieron fue algo incalculable. Pudimos darnos cuenta de que hay un valor latente en todos ellos y que la implementación de las XO ha despertado en muchos el interés por la lectura, la investigación y el estudio; hasta ha ayudado en algunos casos con problemas de motricidad, en chicos que les costaba leer y escribir y que ahora podían hacerlo, a pesar de que hace recién pocos meses que tienen sus computadoras.

Otra cosa que me dejó muy impactada fue el recibimiento que tuvimos de las personas que habitan en los Cerros Mirador y Pintadito, lugares a los que nos dirigimos el sábado para hacer un relevamiento de los hogares que tenían chicos en edad escolar y el impacto de la llegada de las XO a los mismos. Nos hacían pasar a sus casas sin más, con una confianza total.

A pesar de ser personas con carencias económicas impresionantes, son ricas en bondad y cordialidad.

Bueno espero que ésto les sirva como relato de experiencia y espero también que el próximo trabajo de campo sea tan aleccionador y gratificante como éste.

Gracias, mil gracias por todo.

ALICIA

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